Esto no es solo debido a los «demonizados» vehículos de combustión sino a que, por su uso por particulares o empresas, se han potenciado los movimientos de masas y los derivados de las nuevas dinámicas de compra (e-commerce) provocando una movilidad insostenible, una «super movilidad descontrolada» causante, entre otras cosas, de un deterioro ambiental sin precedentes.
En esta nueva realidad, los problemas y soluciones cambian. En un entorno complejo donde convive información contradictoria y donde, por tanto, es preciso minimizar los riesgos. Es esencial trabajar en crear un enfoque centrado en un posicionamiento imparcial, porque la transformación de nuestra movilidad conlleva muchas dificultades.
En nuestra opinión la transición no consiste en adaptar las opciones existentes, sino en descifrar las claves para diseñar y construir las mejores soluciones adaptándolas a cada circunstancia, siempre con una visión holística.
Es preciso combinar los conceptos de ecología y economía de la forma más inteligente posible. La rentabilidad empresarial y ambiental de todas las partes debe estar comprometida con los objetivos, desde un principio. Es preciso, también, generar alianzas tecnológicas con empresas especializadas en las diferentes áreas de conocimiento implicadas como son la electrificación (en nuestro caso de aplicación ligero urbano), la digitalización, la conectividad y sensorización, la ciberseguridad del sistema, los procesos productivos de vehículos (incluyendo cadena de suministro y logística), así como la venta y los servicios posventa… reorientando los análisis de uso y las nuevas dinámicas sociales y desde el concepto «mobility as a service».
